
Porque los Obispos son personas, son humanos, sufren y se alegran, disfrutan y también se cansan. A veces, a través de la normalización de los medios de comunicación, da la sensación de que viven en otro planeta. Pero no, no es así. Son PUEBLO DE DIOS.
Precisamente, el jueves llegaba D. Julián de Roma después de acompañar a la Delegación diocesana de Pastoral de la Salud de Santiago. Su cercanía en esta peregrinación no hizo sospechar su dolor personal. Callado, sufrido, sonriente, prudente. Ahora, descansa en el hospital cuando su ilusión era comenzar la Visita Pastoral a uno de nuestros arciprestazgos. Sin embargo, su testimonio en el hospital evangeliza no sólo a los demás pacientes, también al personal sanitario.
Es ahí, donde las palabras se pierden en el vacío, donde el testimonio se hace más vivo. Esa es la verdadera evangelización.
0 comentarios:
Publicar un comentario