Por Pedro Arias, publicado en La Voz de Galicia
EL ALCALDE del PP, los habitantes de Muxía y de A Costa da Morte exigieron ante la amenaza del Prestige : «Que nos leven de aí esa cousa». Cuatro años después, el alcalde socialista de Viveiro, sus socios nacionalistas y toda la población de A Mariña exclaman ante el Ostedijk : «Que non nos metan aquí esa cousa». El sentido común trasciende ubicación e ideologías. Hay un riesgo real en el acercamiento de los buques siniestrados a la costa; lo de disponer de un puerto refugio no deja de ser un utópico sueño. ¿Alguien piensa que cuando esté terminado el puerto exterior coruñés se admitirán en sus muelles Prestiges , Casones y Ostedijks ?; ¿alguien está dispuesto a garantizar que los vertidos no se los llevarán las mareas atlánticas para terminar con la acuicultura, la pesca de bajura y el marisqueo de Galicia?; ¿alguien avalará con su propia salud los efectos que pudieran derivarse de las emanaciones gaseosas para la vida e integridad de las poblaciones? Por supuesto que no. Como se vio en el Prestige , los que dan soluciones para los demás, los que dicen acercar los buques sin certeza de poder controlarlos, son los marineros de tierra firme y los que directamente no se verían afectados ante daños imprevisibles. Nunca los potencial y realmente amenazados. Pasó mucho tiempo desde el Prestige y cambiaron los Gobiernos; pero seguimos sin protocolo mágico ante las catástrofes marítimas; tampoco vemos que los máximos dirigentes se acerquen a la costa para tranquilizar a la ciudadanía, ni que informen con total transparencia de las claves del problema. Se ha de celebrar que la oposición no culpe al Gobierno del accidente, que no le ponga mociones de censura ni movilice a sus bases en una versión alternativa de Nunca Máis. Primero, apoyar y resolver; tiempo habrá después para pedir responsabilidades. Lo llamativo son las ausencias de los que en un tiempo criticaron sin piedad el alejamiento del Prestige ; no debieran mostrar ante el Ostedijk un silencio tan clamoroso.
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