
Tuve ocasión de conocer a la M. General, a Pilar Martínez, en el postulantado en el año 1995, cuando realizaba la visita canónica a la comunidad del noviciado en Salamanca. Fue un momento intenso y profundo, la comunidad vivía la visita como el paso del Espíritu. Y hay que reconocer que son pocos los momentos en que los cristianos sentimos internamente ese paso de "la voz de Dios". En mi mente se han grabado unas palabras a las formandas: Pensad en la parábola del ciego del camino... ¿dónde os situáis cada una? ¿Sentadas al borde del camino? ¿En camino? ¿Fuera del camino? Una verdadera ocasión para descubrir la belleza de una persona que ofrece su vida a la escucha, la paciencia, la perseverancia y la alegría. Eso transmitió.
Mañana las FI elegirán nueva Superiora General. Y ante este acontecimiento, recordemos el significado del discernimiento comunitario. REZAR JUNTOS para ELEGIR y DECIDIR lo que más convenga al bien universal.
Siento decir que últimamente se lleva poco esto de rezar a la hora de elegir. Elegimos más con la cabeza... es más fácil, requiere menos esfuerzo. Porque la oración requiere esfuerzo: acallar lo más íntimo de nosotros para escuchar la voz del Señor. Y esto nos pide entrenamiento y por supuesto, gracia abundante. Como san Juan de la Cruz, "buscad leyendo y hallaréis meditando"; porque "el hombre no reza para dar a Dios una orientación, sino para orientarse debidamente a sí mismo" (san Agustín). La oración nos lleva a la acción y la acción a la oración, al final, ser contemplativos en la acción. Pero antes de tomar una decisión: un poquito de más oración. ¡Cuánto cambiaría el mundo si llevásemos esto adelante!
De todas formas, sé que las FI, con el carisma de la M. Cándida, toman sus decisiones buscando siempre el silencio en Dios, haciendo vida eso que decía santa Teresa, que "la oración es tratar de amistad estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos nos ama".
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