Pasa el tiempo, y nos callamos. Cojo el móvil, me conecto a Internet, miro la agenda, bajo rápido las escaleras, arriba, abajo. ¿A dónde vas tan deprisa?, pregunta el Señor. ¿Para quién son tus pasos?, si preguntando. Porque pasa el tiempo y pasa rápido, y en alguna esquina de Santiago alguien te ve todos los días. Bajo el cartón, la ropa mojada, la mirada perdida, las manos temblorosas. Para él no hay prisa. Yo ni lo veo. Pero está ahí. Y nos seguimos callando y acomodando. ¿Hasta cuándo?Silencio en la noche, la cama arreglada, el radiador encendido, la lluvia en la ventana... Y en la avenida Juan XXIII cuatro jóvenes duermen bajo la lluvia entre cartones mojados. Tienen miedo, porque la noche es traicionera. Y nosotros les tenemos miedo porque pensamos que nos pueden hacer daño. Miedo mutuo. Pero nos seguimos callando. Y pasa el tiempo.
0 comentarios:
Publicar un comentario