¿NO ARDÍAN NUESTROS CORAZONES MIENTRAS PARTÍA EL PAN?

02 mayo 2007

Santiago es una ciudad muy especial. Si las piedras hablasen... en realidad ya hablan, son peregrinas, escuchan y reflejan la luz de la noche, rebotan las gotas de lluvia en días como hoy. La rúa Nueva, entre charco y charco, habla de tradición, de meigas, de conversación tranquila alrededor de una mesa y con la lumbre encendida.
Ayer llegaron a Compostela dos peregrinos muy especiales Miguel y Pepe. Hoy, alrededor de la mesa, compartiendo su sabiduría, me he preguntado: ¿No ardían nuestros corazones mientras partía el pan? Ese pan que se parte y se reparte. Algún día Miguel y Pepe tendrán que escribir su experiencia espiritual en el Camino, sería de gran provecho para todos.
Hoy he sentido esa eucaristía viva. Porque ¿qué es la eucaristía más que Cristo que nos invita a su cena? Suele decir el amigo Solo que sus mejores eucaristías son los viernes por la noche cuando va a casa de algún matrimonio amigo a cenar. Esa eucaristía que hace compartir las luces y las sombras, la experiencia y el sinsentido, los problemas, las alegrías...

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